lunes, septiembre 04, 2006

Ella y él

Ella tomó con cuidado las tazas del desayuno y caminó despacio hasta la cocina. Él la observa desde su silencio sin entender bien la razón de su hermosura. Ella juega ahora con los dedos en el agua mientras esta cae tibia sobre los platos sucios con torta y migas de pan. Él cumplió ayer los treintidós. La casa sigue sucia y ella camina de un lado a otro, aún media dormida, recogiendo ceniceros llenos y vasos con tragos a medio servir; él abre las ventanas del comedor para que el aire viciado del departamento salga y evitar así que las cortinas se sigan impregnando con olor a cigarro. Ella dobla los papeles de regalo que encuentra sobre un sillón, mientras que el agua sigue cayendo tibia en el lavaplatos y se acumula. Él va a la cocina, cierra la llave y toma una esponja con detergente para loza. Ahora ella lo mira en silencio y sonríe sin entender tampoco la razón de su belleza. Él levanta los ojos, sus miradas se cruzan; ella baja la cabeza, él vuelve a lo suyo; ella toma los regalos y los lleva a la pieza. Él prende la radio y pone un cd de Sonic Youth, ella se mueve junto con la canción abriendo más ventanas y luego sacude las sábanas. Él termina. Ella continua. Siguiente canción.
Él contesta el teléfono que lleva rato sonando de manera sorda sin ser tomado en cuenta, ella recoge una caja de condones vacía de un lado de la cama y lo bota en el basurero del baño. Él tiene que salir. Ella lo sabe. Él busca las llaves del auto. Ella las tiene en su cartera. Él aparece en la habitación y se despide, la besa sobre los labios y roza su nariz contra la de ella. Ambos se sonríen y se besan nuevamente. Él le explica a donde va, ella lo escucha detenidamente observando cada movimiento de sus labios. Él se va. Ella se queda.
Él la ama. Ella también.

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